Game of Thrones
Ambientación | ¿Sabías que… | |
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La Danza de los Dragones es el florido nombre otorgado a la salvaje lucha interna
por el Trono de Hierro de Ponienteentre dos ramas rivales de la Casa Targaryen durante los años 129 a 131 DC (Después de la Conquista). Caracterizar los hechos oscuros, turbulentos y sangrientos de este período como “danza” nos parece grotescamente inapropiado. No dudamos de que el título sea original de algún juglar. “La Muerte de los Dragones” sería más adecuado, pero el tiempo y la tradición han implantado al rojo vivo esta expresión más poética en los libros de historia, así que dancemos junto al resto. Había dos principales reclamantes al Trono de Hierro tras la muerte del Rey Viserys I Targaryen: su hija Rhaenyra, el único descendiente que sobrevivió de su primer matrimonio, y Aegon, su hijo mayor por parte de su segunda esposa. Entre el caos y la matanza que trajo su rivalidad, otros que se hacían llamar reyes aprovecharían para reclamar el trono también, contoneándose como títeres en un escenario durante una noche o un cambio de luna, solamente para caer tan rápidamente como se habían alzado. La Danza dividió a los Siete Reinos en dos, y señores, caballeros y plebeyos se declararon por un bando u otro y se alzaron en armas unos contra otros. Incluso la propia Casa Targaryen quedó dividida, cuando amigos, parientes e hijos de cada uno de los reclamantes se embrollaron en la lucha. Durante los dos años de guerra, un terrible peaje fue pagado por los grandes señores de Poniente, junto con sus vasallos, caballeros y plebeyos. Aunque la dinastía sobrevivió, al final de la lucha comprobó como el poder de los Targaryen había disminuido mucho, y los últimos dragones del mundo habían reducido su número drásticamente. La Danza fue una guerra distinta a todas las que alguna vez se habían luchado en los Siete Reinos. Aunque los ejércitos marchaban y se encontraban en batallas salvajes, gran parte de la matanza tuvo lugar en el agua y, especialmente, en el aire, ya que los dragones luchaban contra dragones con dientes, garras y fuego. Fue una guerra marcada por el sigilo, los asesinatos y las traiciones, una guerra luchada en las sombras y detrás de escaleras, en cámaras de concilios y patios de castillos, con cuchillos, mentiras y venenos. Tras hervir durante largo tiempo a fuego lento, el conflicto salió a la luz al inicio del tercer día de la tercera luna del 129 DC, cuando el Rey Viserys I, postrado en la cama y enfermo, cerró los ojos para dormir un rato en la Fortaleza Roja de Desembarco del Rey pero no se levantó más. Su cuerpo fue descubierto por un hombre del servicio a la hora del murciélago, cuando era costumbre del rey tomar una copa de vino dulce. Este criado corrió a informar a la Reina Alicent, cuyos aposentos se encontraban debajo de los del rey. El sirviente llevó estas malas nuevas directamente a la reina, a ella sola, sin levantar una alarma general: la muerte del rey se esperaba desde hacía un tiempo y la Reina Alicent y su bando, los llamados “verdes”, habían tenido cuidado en instruir a todos los guardias y sirvientes de Viserys sobre qué hacer cuando este día llegara. La Reina Alicent fue al dormitorio del rey, acompañada por Ser Criston Cole, Lord Comandante de la Guardia Real. Una vez que confirmaron que Viserys estaba muerto, su alteza ordenó sellar el cuarto y mantenerlo bajo vigilancia. El sirviente que había encontrado el cadáver del rey fue apresado, para asegurar que no difundiera la historia. Ser Criston volvió a la [b]Torre Blanca y mandó a sus hermanos de la Guardia Real a llamar a los miembros del Consejo Privado. Era la hora del búho. Al igual que ahora, la Hermandad Jurada de la Guardia Real consistía de siete caballeros, hombres de probada lealtad e indudable destreza que habían tomado votos solemnes de dedicar sus vidas a defender a la persona del rey y a sus parientes. Solo cinco de los Capas Blancas se encontraban en Desembarco del Rey en el momento del fallecimiento de Viserys: el mismo Ser Criston, Ser Arryk Cargyll, Ser Rickard Thorne, Ser Steffon Darklyn, y Ser Willis Fell. Ser Erryk Cargyll (gemelo de Ser Arryk) y Ser Lorent Marbrand se encontraban ambos con la Princesa Rhaenyra en Rocadragón, e ignoraron que sus hermanos de armas se habían adelantado a levantar de sus camas, en mitad de la noche, a los miembros del Consejo Privado. Reunidos en la cámara de la reina, mientras el cuerpo de su marido se enfriaba al lado de ellos, se encontraban la misma Reina Alicient; su padre Ser Otto Hightower, Mano del Rey; Ser Criston Cole, Lord Comandante de la Guardia Real; el Gran Maestre Orwyle; Lord Lyman Beesbury, Consejero de la Moneda, un hombre de unos ochenta años; Ser Tyland Lannister, Consejero de Barcos, hermano del Lord de Roca Casterly; Larys Strong, llamado Larys Patizambo, Lord of Harrenhal, Consejero de los Rumores; y Lord Jasper Wylde, llamado Varadehierro, Consejero de Leyes. El Gran Maester Orwyle abrió la reunión repasando las tareas y procedimientos habituales requeridos tras la muerte de un rey. Él dijo: “El Septón Eustace debe ser llamado para que lleve a cabo los últimos ritos y rece por el alma del rey. Un cuervo debe ser enviado a Rocadragón para informar a la Princesa Rhaenyra de la muerte de su padre. ¿Quizás Su Alteza la reina podría ocuparse de escribir el mensaje, para suavizar estas malas nuevas con algunas palabras de condolencia? Las campanas siempre tocan para anunciar la muerte de un rey, alguien debería hacerlo, y por supuesto debemos empezar los preparativos para la coronación de la Reina Rhaenyra…” Ser Otto Hightower le cortó. “Todo esto debe esperar”- declaró. “Hasta que la cuestión de la sucesión esté decidida”. Como Mano del Rey, tenía el poder para hablar con la voz del rey, e incluso para sentarse en el Trono de Hierro en ausencia del rey. Viserys le había concedido autoridad para gobernar sobre los Siete Reinos y “hasta que nuestro nuevo rey sea coronado”, su gobierno debía continuar. “Hasta que nuestra nueva reina sea coronada,”- dijo Lord Beesbury en un tono mordaz. “Rey”- insistió la Reina Alicent. “El Trono de Hiero debe pasar por derecho propio al mayor hijo varón de Su Alteza”. La discusión que siguió a estas palabras duró hasta cerca del amanecer. Lord Beesbury habló en nombre de la Princesa Rhaenyra. El anciano Consejero de la Moneda, que había servido al Rey Viserys durante todo su reinado, y a su padre Jaehaerys el Viejo Rey antes de él, recordó al concilio que Rhaenyra era mayor que sus hermanos y tenía más sangre Targaryen; que el difunto rey la había elegido como su sucesora tras rechazar repetidamente alterar la línea dinástica pese a los ruegos de la Reina Alicient y sus “verdes”; que cientos de señores y caballeros habían jurado obediencia a la princesa en el 105 DC, y jurado votos solemnes de defender sus derechos. Pero esas palabras cayeron en oídos sordos como piedras. |
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